Un día el Hombre se levantó y decidió ser libre.
Comenzó por la mañana, vigoroso. Desestimó los celos, desmintió los mitos, erradicó la ignorancia.
Al mediodía, almorzó. Luego desechó la culpa, destruyó los dogmas y las religiones enteras, y borró las fronteras nacionales.
Tomó valor después de la hora del té. Ridiculizó a la monogamia, dio muerte a Dios y todas sus sombras (esto le tomó un tiempo considerable), y más tarde abolió las clases sociales y la propiedad privada.
Llegó la noche con su frío. Se dispuso heroico terminar su hazaña y en un grito negó el amor, rompió los espejos y olvidó los libros.
Y así, el Hombre fue libre al fin. Cansado, se sentó en el borde de su cama. Tan solo.
miércoles, 5 de agosto de 2009
domingo, 2 de agosto de 2009
Hastío
Finalmente, Rogelio decidió dejar de ser cómplice. Tomó aire, se levantó de su silla y la giró hacia el otro lado. Con el mundo en su espalda.
Nunca más volvieron a verse.
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