lunes, 11 de agosto de 2008

Abro la puerta, voy al ascensor. Quiero comprar algo en el kiosco. Sí, ya sé que es tarde. Cuando el ascensor hace clack porque bajó, dos personas abajo. Eran grandes y el tipo me hace acordar a papá. Les sonrio. Yo cierro, gracias, les cierro la puerta, sube el ascensor.

Camino hasta el kiosco. Está cerca, en la misma vereda. Con cuánto me pagás, dos con cincuenta, bueno. Camino de vuelta. Veo venir un hombre con un sobretodo. Murmura algo. ¿Señor yo? Yo soy no un señor, soy un señorazo, un señorazo soy, yo no soy un señor, soy un gran señor, un señorazo, un señorazo soy. Nos cruzamos, el señor deja una estela cada vez más fina. Ja, señor yo. Un señorazo soy, yo soy un señorazo.

Abro la puerta y entro a casa.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Ser grande

De niño, Mamá siempre cuando me despertaba, me daba un beso en la nuca. Era cuando estaba tomando el café: un beso que era más que nada un aliento. Yo siempre esperaba ese beso porque me moría de frío en las mañanas.


Ahora, cuando termino de ducharme y cierro las canillas, dejo la cabeza bajo el agua fría antes de cerrarla del todo.

martes, 5 de agosto de 2008

Alguien lo tiene que decir...

La gente sería más feliz, si el concepto de felicidad no existiera.