lunes, 31 de enero de 2011

fragmento de un cuento que no termina

Hablábamos y todo era tan claro. Hacíamos el amor como si fuese un cuento. Yo tenía tantas ganas de abrazarte, de estrujarte contra mí. Pero no importaba la fuerza, la presión de tu piel sobre mi piel. Palabras; palabras y un abismo. Abrazarte se convertía en el relato de un abrazo. Una historia más para añorar eso que no.

Me acuerdo de ese día. Mis ojos de vidrio te miraban mientras llenabas de colores nuestro último desencuentro. Yo intentaba reconocerme en esa historia que me contabas. Ese del que hablabas decías que era yo. Yo, que soy boca; que soy manos, culo, uñas, dientes, pelo y sangre que bombea. Intentaba inyectarme en el texto que desfilaba por tu boca. Ahí se encontraba mi única redención. Que amar no sea sólo un vestigio estéril de otro tiempo y así poder morir- romántico y estúpido- de Amor.

Levanté el brazo eterno y busqué tu mejilla por si llegaba a alcanzarte. Te dije “mi’ermosa”, como siempre. Vi tus ojos escribiendo mi mano en tu cachete y supe que no, que debajo de todas esas palabras ya no estábamos nosotros dos.

Al principio fue escribir para encontrarte, encontrarte finalmente y matarte tanto. Quise que mis palabras transpiren, las quise turgentes, hediondas, porosas y cariadas. Quería que me vieras. Que me toques, por dios, que me toques, aunque sea las palabras. Mostrarte que en tus palabras flacas pudo haber un hombre. Pero vos, cobarde, no te animaste.


O acaso no quisiste.

sábado, 15 de enero de 2011

los árboles en el campo

un día vino el mundo

con su dedo enorme

y me dijo hombre


con el tiempo me lo fui creyendo.


hay días que no tanto

no sé muy bien, igual.

me cansa esto de la nostalgia

esto de pensar que antes era distinto

estoy viajando para ver a mi familia

todos duermen, la señora de al lado

hace un ruidito con la nariz cuando respira.


miro por la ventana a los árboles en el campo.


me acuerdo de los viajes, de los cassettes

de mirar por la ventana a los árboles en el campo

que a veces están y a veces no

van por hileras, siempre me llamó la atención

pequeños grupos como tertulias esporádicas.

yo le preguntaba y papá me decía

que era por una razón.


soy hombre, sí, lo entiendo


pero perdón, algunas noches

todavía espero despertar

y estar en el auto de papá

con las luces de la autopista

miles de autos llegando a Buenos Aires

velocidad, velocidad

decirle a mamá que tengo sed

y que me pase la botella


.