Estaban donde Chola, en su mercado. De pronto (es que estos eventos generalmente no se anticipan), un hombre en el umbral apurado por robarles.
- Rápido, vacíen la billetera en esta bolsa.
El mango de una posible arma se asomaba por el bolsillo de su campera y convencía a todos los presentes. Excepto, es necesario aclarar, a uno.
- ¡Es mentira! – gritó el pequeño indignado. El mundo bajó la vista para encontrarlo.- ¡Usted no es un ladrón! Si el otro día me ató los cordones a la vuelta de la escuela.
Todo fue silencio. La cara del hombre se hizo roja en un instante. Guardó la bolsa antes de que cualquiera pudiera obedecerle, y con un ademán se despidió. Muerto de vergüenza.
Luego la madre, abrazando fuerte al pequeño cosa de reescribir el pasado:
- ¿En serio te ató los cordones?
- No sé… creo que tenía la misma campera.
sábado, 13 de junio de 2009
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4 comentarios:
Claro, le choreó la campera.
No sé, no importa.
Capaz, mientras le ató los cordones al nene, le robó unas monedas (para el bondi... aunque ahora no escasean tanto).
El ladrón, si es ladrón, es malo en todos los mundos posibles...
O capaz es un personajes psicológicamente demasiado complejo (humano) como para entenderlo a partir de esta única anécdota...
Debe ser eso, no es el típico malo malo... Sino, como me explicás que, sabiendo que se pone colorado, no se haya puesto algo para taparse la cara!
Bueno, la limé un toque, jies,
Beso!
clap, clap.
Guau! Que genial. Pensar cómo niños...
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