sábado, 27 de junio de 2009

Lloraba Martín

--Lloraba Martín, lloraba.
--Lloraba por su ausencia, claro. Pero lloraba también porque sabía que un día dejaría de llorar. Lloraba porque sabía que un día se despertaría y no pensaría en ella. Lloraba porque sabía que un día estaría irremediablemente bien. Un día dejaría de doler, un día aquello que le cambió el mundo sería una anécdota más y más borrosa. Una anécdota enclenque, como no podría ser de otra manera. Una anécdota escurridiza, hueca, rellena de ficciones cada vez menos probables. Un cuento que a fuerza de repetirse nos sugiere ridículamente que hemos estado allí. “¿Acaso el pasado es otra cosa?”, le preguntó a la almohada húmeda.

--De pronto entendió que tampoco daría cuenta de su llanto. Desconsolado, fue sus lágrimas y poco a poco, herida a herida, fue secándose.


Hoy, si le preguntan, dice que es un tipo feliz.

6 comentarios:

conedulcorante dijo...

for no one.

Marian dijo...

Cada dia me enamoro mas de tus escritos

Adrienne dijo...

ay pero que terrible

Yo quiero creer que con el tiempo nos hacemos más humedos... O al menos más permeables!

Beso patito!

pezmurillo dijo...

Ni idea, nat. Yo sólo cuento lo que le pasó a Martín. ;)

Adrienne dijo...

Pobre, pobre martín. Capaz con un baño de vapor y alguna crema humectante se le soluciona la vida... O al menos no se le vuelve tan áspera.

Caro dijo...

ojala. ojala así suceda. porfiria Bernal dice que no hay demasiadas diferencias entre inventar y recordar. y entonces, que después, lo más pronto posible, podamos inventar sobre el recuerdo, Y que todo sea como jugar a las escondidas, vestir un pullover amarillo o tomar té con leche.